Este poemario, En Pachavilca y Pahuarchuco amanece el Marañón, se nos presenta con una dedicatoria de despedida dolorida y con un título que aloja referentes deícticos del este de la cordillera Blanca ancashina. En el espacio de los dos lugares referidos se cría una ex¬periencia de amor que cobija el inmenso río Marañón, donde el sol que emerge del este hace que la tierra amanezca poco a poco, con la claridad que este astro esparce en los Andes y luego voltea para derramar su luz hacia el oeste andino. Los dos lugares tienen nom¬bres nativos, de raíces profundas en el tiempo, relacionadas con el «pueblo culle», anterior al quechua en esos lares peruanos. El senti¬miento amoroso que los poemas tejen rememora aquellos versos de otro poeta del mismo aliento telúrico, que pregunta: «¿Qué estará haciendo a esta hora / mi dulce y andina Rita de junco y capulí» (César Vallejo).